“Más cornás da el hambre” Es una frase taurina muy popular
que usaban los toreros de aquel entonces para referirse a que era más difícil
aguantar hambre, a las cornadas que pegaban esos toros astifinos o las curas
que tenían que soportar sin anestesia en la época de Juan Belmonte y Joselito
“El Gallo”. Muy atrás quedaron esos tiempos donde se quería ser torero por
necesidad, por hambre o por sacar una
familia adelante, esto terminó en la época moderna con la fundación de escuelas
taurinas a lo largo y ancho de cada uno de los países taurinos.
Las Escuelas Taurinas que han servido como lugar de refugio
de todos esos jóvenes que sueñan con ser torero, donde se les imparten clases teóricas y
prácticas para forjar a estos noveles en la dureza del mundo del toro. Pero que
además de esto, la enseñanza no se limita solo a la tauromaquia puesto que
valores tales como respeto, responsabilidad, disciplina, compañerismo, entre
otros son inculcados y adquiridos al mismo tiempo en el que los alumnos conocen
los lances con el capote y los distintos tipos de pelajes de los toros.
Nuestra Mérida taurina no fue la excepción en cuanto a tener
una Escuela Taurina, y fue por la década de los años 60 donde a un torero
soñador, merideño por adopción se le ocurrió la gran idea de fundar una escuela
taurina en esta ciudad, esa escuela taurina llevaría el nombre de César Faráco,
torero merideño, primer torero americano en doctorarse en una Feria de San
Isidro e ídolo de la afición taurina venezolana. Por esa escuela fueron muchos
los jóvenes que pasaron con un sueño en común “ser torero” y el “Maestro” como
se le conocía impartió desinteresadamente sus lecciones de donde surgieron
grandes novilleros, subalternos y matadores de toros, además de grandes
aficionados, claro está. Para el año
2009, tras la desaparición física del Maestro Humberto, la escuela toma una
segunda etapa y, esta vez llevando el nombre
del torero soñador que inició una escuela taurina en la Monumental de
Mérida, “Humberto Álvarez”, una vez más los jóvenes que soñaban con ser toreros
acudieron al ruedo de la plaza de toros y ahí se fueron formando tarde a tarde
bajo la tutela de nuevos maestros y dirigentes. La escuela funcionó, ya que de
la misma actualmente hay novilleros con picadores, novilleros sin picadores,
becerristas y banderilleros, haciendo campaña en ruedos americanos y europeos.
Hoy la realidad de nuestra escuela, “Humberto Álvarez” no se
parece a la de aquellos años de gloria del 2009, 2010, 2011 o 2012, pero la
ilusión de sus alumnos sigue intacta, intacta por conseguir su sueño, dentro o
fuera de nuestro país, y es por ello que unidos como una cuadrilla de toreros
hemos decidido remar todos juntos hacia un mismo objetivo, porque somos
nosotros, los alumnos, los más perjudicados de toda esta situación.
En primer lugar queremos que el nombre del Maestro Humberto
siga siendo el estandarte de nuestra escuela, escuela que hemos llevado con
orgullo por todos los ruedos nacionales e internacionales donde hemos actuado,
de igual forma fomentar la unión entre directivos, padres y representantes de
la misma, donde todas las opiniones sean escuchadas y tomadas en cuenta, ya que
no hay espectáculo más democrático que la fiesta de los toros, y es por ello
que queremos ver nuestra escuela taurina en lo más alto como estuvo por varios
años y de donde nunca debió salir.
Nosotros los alumnos que hacemos vida en el país y nuestros
compañeros que hacen campaña en España y Perú, deseamos la recuperación total
de nuestra escuela taurina la formación de una nueva junta directiva y el cese
a la división generada en las últimas semanas dentro de nuestra institución,
puesto que hemos sido y somos una familia que ha compartido triunfos y
fracasos, miedos y alegrías y deseamos seguir siendo tierra taurina de
Venezuela por excelencia, cantera de toreros y buenos aficionados.
Atentamente,
Alumnos de la Escuela Taurina “Humberto Álvarez”
28/Septiembre/2018